Primero quiero pedir disculpas a los que siguen mi blog (quiero pensar que existe alguien) por no haber posteado ayer, ya que es mi costumbre hacerlo a diario, es que padezco de una tos que me está matando.

En realidad el título de este post debería ser Flavadas quemadas, porque eso es lo que he hecho hoy, me he quemado el cerebro alucinando, valga la aclaración de que no ingiero ningún tipo de alucinógeno, normalmente deliro en cualquier momento.

La noche me atrajo, me obligó a salir sin motivo, cogí mi móvil, un short jean, el polo más lago que puedo tener, un par de slaps y a gozar la noche. Definitivamente no estaba vestida como para invadir una disco o salir a tomar un café...solo para dar una vuelta.

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Necesitaba salir y contemplar esa hermosa luna que me he negado a observar por estar enclaustrada todas las noches frente a la pc; pero que me seduce desde mi ventana (dejo en claro que no es una queja, por el contrario disfruto mucho estar al lado de mi adorada pc, a pesar de lo nefasto que es finalmente)... en fin la luna estaba hermosa, sentía que la noche me poseía, me daba energía, me orillaba a imaginar, a perderme en las riendas de mis deseos.

No, siento decirlo, pero no hice una orgía o algo parecido, solo me dediqué a caminar. Bueno jajaja también aproveché para degustar unos deliciosos anticuchos de corazón jeje, es que imaginar tanto me da hambre. Luego...

Imaginé que te veía, es decir estabamos juntos caminabamos por donde me encontraba en ese momento, te llevaba por estrechas calles hasta llegar a aquel árbol, el de extensas ramas, se ve que da mucha sombra, pero ahora todo está oscuro: es de noche, las estrellas son testigos de mis delirios...

Nuevamente estoy sola frente al dichoso árbol, esta vez me percato que hay muchos nidos entre sus ramas, no podría contarlos todos sobrepasan los 30... Me muero por coger tu mano, por mostrarte los niditos en el arbol, por contarlos juntos. Continuamos nuestro camino, el silencio incómodo satura la atmósfera, nos miramos, con dificultad logro esbozar lo que hace un rato llevaba atrapado en mis entrañas:

-¿Quieres besarme?
-Sí, contestáste.

Otra vez está la tibieza de tus labios sobre los míos, no podemos detenernos, no sé que te motiva a ti - a mí unas irrefrenables ganas de amarte, supongo que a ti la pasión- nos tocamos a oscuras, no hay límite entre la comisura de mi falda y la suavidad de tus manos.
Abro los ojos y me encuentro con mi largo polo verde y mis short jean en un callejón sin salida, más allá del árbol está el final de la calle, solo queda regresar y recordar una y otra vez lo imaginado.