Hay que ser demasiado cobardes para acabar con nuestra existencia, no creo poseer tanta cobardía como para atreverme. Lo que sí afirmo es que la vida aveces golpea tan duro que no quedan ganas de vivir.

En este caso no puedo compartir lo que me sucede, solo quiero decir que toda acción trae consecuencia, por más trivial que nos parezca, así es y debemos ser consientes de estas y asumir toda la responsabilidad de nuestros actos.

Jamás fingí ser nada, ni ejemplo a seguir, ni todo aquello que no se debe ser; solamente fui yo misma con virtudes y defectos, de carne y hueso no creo que aquello constituya un pecado, pero qué sucede cuando solo somos materia, cuándo vivimos en función de lo que sentimos y nos dejamos llevar por las emociones. Efectivamente ahí vienen los errores, los tropiezos. En algunos caso nos dañaremos, en otros caeremos en el más profundo hoyo.

Nuestro cuerpo es un templo inquebrantable, nos eleva al cielo y nos hace sentir el infierno. Debemos ser consientes de su fragilidad cuidarlo, protegerlo. Nos creemos poderosos, capaces de hacerlo todo con tal de alcanzar la gloria, el placer, el ascenso social, pero todo aquello son mentiras. Debemos amarnos, valorarnos, apreciar nuestras cualidades y potenciarlas. Eso es todo cuanto quiero expresar sobre lo que me sucede.

Saludos.