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Como si fuera la primera vez

 La primera vez leía en un post muy interesante. Cuántos no habremos escrito sobre aquel significativo momento, sin embargo no pretendo tratarlo de la misma forma. Este suceso marca nuestras vidas de alguna manera, le tememos y ansiamos a la vez. Conocer tan sublimes sensaciones nos abre las puertas a un fantástico mundo embargado de placer y goce del que no saldremos hasta agotar nuestras últimas fuerzas.

No quiero salir jamás de aquel túnel, de ese torbellino de pasiones al que me arrastra explorar mi sexualidad... No faltaba mucho para llegar a la mayoría de edad, cuando me subí a este velero del que no deseaba bajar. Al principio era un tripulante más en él, me dejaba llevar por el viento, me embriagaba con sus bruscos movimientos. Luego yo era el velero, mis velas se desplegaron, grandes y protectoras, ya conocía el rumbo, era libre y creía dominar al mar. Luego se avecinó una tormenta que amenazaba con hundirme, me confié en aquella brújula que me enseñó a usar el capitán, pero me fallaba. La mar terminó venciéndome, en sus profundidades me asiló, me alejó de la luz del día, a la penumbra me condenó.

Ahora ya no quería ser el velero, que se desplazaba a su antojo y descubría nuevas tierras y las dominaba. Me conformaba con salir a flote y contemplar la luz una vez más. Estaba segura que nadaría, ahora todo seria más difícil, pero crecería en el trayecto.

El mar decidió darme otra oportunidad, no me echaría de sus dominios, pero ya no tenía con que valerme, tuve que empezar desde abajo, como todos. Ahora ya tenía una dirección no pretendía bajar sin rumbo por la vida, iba directo a la felicidad. La primera vez me deparó lecciones. 

Cuando se encuentra el camino el mar se encarga de darnos muchas primeras veces más. Él es muy generoso, nos permite aprender en el trayecto, así nadar en sus aguas es un placer odiseico, así se conocen a muchas personas de distintas índoles e  inclusive a algunas llegamos a amar o a desear. De esa manera cada persona es un velero nuevo, nos enfrentamos a nuevos retos al embarcarnos en su ser.

Esta breve historia puede contener un sustrato de la épica aventura en la que nos encontramos cuando amamos. Cuando se amó a alguien con gran pasión volverlo a ver después de un tiempo es una primera vez mezclada de ansiedad, anhelo y añoranza.

Al amar con lujuria y entrega puede ser distinto en muchas maneras, al verse en determinadas situaciones encontrándose con nuevas sensaciones y sentimientos se es virgen por unos momentos, se desconoce qué vendrá. Es como si fuera la primera vez en que amarás a aquella persona, de la que conoces su cuerpo por completo, mas no su alma que viene arrastrando sentimientos con el tiempo.

Como decía el filósofo Heráclito de Éfeso, no es posible bañarse en el mismo río una segunda vez, pues el agua fluye, el torrente no se detiene y el río en que te bañaste una vez jamás volverá a ser el mismo. Por eso cada vez que te hundas en sus porfundidades será la primera vez que penetras en él. Así sucede con las personas, si crees poseer su cuerpo una vez y saber todo de él, haberlo conocido por completo. Aquello no sé repetirá, serán otras primeras ocasiones en las que vibrarán de un placer intenso que se da por primera vez.



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